Me arrodillé y adoré sus dedos, lamiendo y chupando cada centímetro de sus sensuales pies. Fue una orgía de diversión fetichista mientras complacía a cada diosa con mi boca. Sus gemidos eran música para mis oídos, pues vivía para satisfacer sus deseos. Grazi, Blu, Gem y Ciera estaban allí para complacerse, y vaya si lo pasamos de maravilla.