La preciosa rubia se montó encima de su padrastro y se lanzó a una cabalgada salvaje, con sus pechos respingones rebotando como locos mientras él la penetraba por detrás. Y todo el rato, su desprevenida madre estaba a solo unos metros de distancia, completamente ajena al apasionado encuentro que ocurría justo delante de sus narices.
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