Se erguía erguida con su uniforme de dominatrix de cuero, lista para entrenar a su esclavo. Látigo en mano, lo azotaba hasta que él suplicaba clemencia. Sus habilidades de dominación femenina eran inigualables, pues le ordenaba someterse a todos sus deseos. Era una auténtica maestra del mundo del BDSM, y su esclavo tenía la suerte de servirle.