Al entrar en la habitación, mis ojos se fijaron en sus curvas deslumbrantemente sensuales. Solo llevaba un gorro y su cabello era espeso y tupido. No pude evitar fijarme en su grueso y negro coño, que pedía a gritos ser tocado. Mi punto de vista era perfecto mientras me acercaba a ella, listo para tomar las riendas y darle el placer de su vida.