Con las manos atadas, gimió con fuerza mientras la enorme máquina le embestía el trasero. Su cuerpo tetona se convulsionaba de placer, mientras los fluidos goteaban por sus piernas. El dominador masculino sonrió con suficiencia mientras ella suplicaba liberación, negándosela hasta que explotó en éxtasis orgásmico. El BDSM nunca se había sentido tan bien.