Tuve una noche salvaje con la mamá de mi amiga, la guapísima madura japonesa Yuriko. Me regaló una crema caliente y cachonda mientras no pude resistirme a tocarla con los dedos hasta que llegó al orgasmo. Incluso me remató con una hábil paja que me hizo correrme por toda su preciosa cara. Yuriko estaba insaciable, mostrándome todos los secretos traviesos del placer asiático.