Mi madrastra, Kit Mercer, sí que sabe hacer varias cosas a la vez. Mientras hablaba por teléfono con mi novia, decidió tomar cartas en el asunto. Con esos labios carnosos y esa mirada sensual, me hizo una mamada descuidada y me montó hasta que estuve a punto de explotar. Ah, ¿y mencioné que es una rubia gordita y curvilínea? El mejor secreto de una familia reconstituida.
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