Me encontré con una diosa tetona en la calle, con sus generosos pechos moviéndose con fuerza. Me hizo señas para que me acercara a su imponente presencia, jugueteando juguetonamente conmigo. Mientras recorríamos la ciudad, no pude evitar quedar fascinado por sus enormes pechos. Sin ser consciente de su gentil y colosal poder, me dejé llevar por la emoción del momento.