Pasar el fin de semana en la playa con mi despampanante madrastra, Dava Foxx, fue un sueño hecho realidad. Sus enormes tetas rebotaban mientras caminábamos por la orilla, su culo prieto se mecía en la braguita del bikini, y cuando estábamos solos, su hambre por mi polla era insaciable. La terapia familiar nunca se sintió tan bien.