Al amanecer, Laz Fyre se sintió fascinado por la belleza de la flor índica. Sus curvas eran hipnotizantes, y no pudo resistirse a tocar su enorme trasero y admirar sus grandes pechos. A medida que se acercaban, la tensión sensual entre ellos crecía hasta que cedieron a sus deseos y tuvieron sexo matutino. La flor índica demostró ser una reina de las tetas, y Laz Fyre no se cansaba de ella. Fue un momento que siempre recordaría.