Mientras paseaba por la tienda, mi enorme trasero sintió las miradas de desconocidos sobre mí. Me sentía tan sexy y guarrilla como siempre. No pude resistirme a entrar al baño para dejarme llevar por mis pensamientos sucios. Mis dedos danzaban sobre mi cuerpo en lencería, dándome placer hasta el éxtasis. La masturbación casera en lugares públicos siempre es mi forma favorita de jugar.