En nombre de todo lo profano, dos pollas enormes y un semental tatuado me hicieron una triple penetración. Mis grandes tetas rebotaron mientras me la metían en la boca, el culo y el coño. La doble penetración fue solo el principio, pero ansiaba más. El sexo anal me llevó al límite mientras gritaba de placer. El mismísimo Satanás estaría orgulloso de las groserías que cometimos.