Desperté a mi belleza con mi polla dura y palpitante, entregándole cada centímetro de mi deseo. Es mi jovencita complaciente y yo soy su padrastro, que la consiente hasta el cansancio. Con cada embestida, gime y suplica por más, alimentando mis instintos primarios de papi. Esto es solo el comienzo de nuestra relación sucia y tabú.