Me encontré con una belleza japonesa haciendo su entrenamiento aeróbico por webcam. Era joven, estaba firme y tenía una energía irresistible. Mis tendencias voyeuristas se despertaron al verla moverse y sudar, mientras me preocupaba que su vello púbico se asomara por debajo de sus bragas. Era como si quisiera que la viera mientras hacía un espectáculo solo para mí. Ni que decir tiene, me enganché.