Al subir al autobús, mis ojos se fijaron en la guapísima Chitose Saegusa. Sus pequeñas tetas se agitaron mientras la penetraba por detrás, a cuatro patas. Gemí mientras me hacía una mamada alucinante; su dominio del porno japonés era innegable. Su enorme trasero se movía al ritmo de mis embestidas, hasta que finalmente me corrí dentro de su estrecha y húmeda vagina.