Ella tomó su enorme vara hasta el fondo de su boca, ahogándose con el humo que exhaló mientras la penetraba por la cara. Suplicó por su semen, tragando con avidez cada gota como una puta sedienta. Al final, su garganta se llenó tanto de humo como de su espeso semen. Una garganta profunda ardiente que la dejó saciada y satisfecha.