La sensual niñera era todo menos inocente. Desde el momento en que llegó, su seducción fue evidente. Me provocaba y coqueteaba, frotando su cuerpo firme contra el mío. Cuando mis padres se fueron, no tardó en arrodillarse y chupármela. No pude resistirme a sus encantos tabú, y follamos como animales toda la noche. ¿La mejor niñera de la historia? ¡Claro que sí!