Acaba de cumplir dieciocho años y está deseando probar algo tabú. Con una sonrisa pícara, Audrey le susurra su deseo secreto. Él accede con entusiasmo, embistiéndole el culo apretado y observando cómo sus ojos se ponen en blanco de placer. ¿Quién iba a pensar que el sexo anal podría ser tan placentero?