Follar con mi ardiente madrastra en la escalera fue un auténtico deleite amateur. Esta bomba rubia, siempre tan recatada y formal, no pudo resistirse a mis insinuaciones más intensas. Desató su fiereza morena interior, enloqueciendo con la fijación oral. Sus labios carnosos rodearon mi polla palpitante, llevándola profunda y guarrillamente. Los gemidos resonaron por toda la casa mientras chupaba y follaba como una profesional. Estábamos lejos de las formalidades familiares, perdidos en nuestro propio mundo de placer puro y puro. Su estrecho coño rezumaba excitación mientras subíamos las escaleras hacia el puto cielo.