Su compañera de piso entra pavoneándose, con los vaqueros rotos apretándole el culo, la inocencia se le ha borrado de la mirada. Lleva todo el día deseando polla, y ahora la ruega. Amateur convertida en estrella porno, le encanta el sexo duro, casero. Los vaqueros caen al suelo, las bragas se apartan, y gime: «Fóllame, fóllame el coño». Va a ser crudo, va a ser real, y va a ser un suplicio.
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