Mi madrastra tetona me pilló mirándole el escote otra vez. ¡Joder, qué buena está! Me agarró la polla y me llevó al sofá. De repente, tenía su coño en mi cara. Entonces, mi maldito terapeuta entra, nos ve y se une a la diversión. Me hace una garganta profunda mientras mi madrastra me cabalga la cara. Me las follo a las dos, nos despedimos y luego me corro en cada una, dejándolas cubiertas de leche. ¡Trío para ganar!