Saitama no podía creer su suerte cuando Fubuki, la tormenta infernal, le pidió que le demostrara su rutina de entrenamiento especial. Solos en el gimnasio de la Asociación de Héroes, el héroe calvo presumió de sus flexiones, con Fubuki a horcajadas sobre él, sintiendo sus músculos ondulantes. Siempre había admirado su fuerza, pero hoy quería algo más que un simple entrenamiento sudoroso. Follar con un héroe nunca se había sentido tan bien. El miembro de Saitama era tan poderoso como su puñetazo, dejando a Fubuki sin aliento y suplicando por más.
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