Entra pavoneándose, dejando entrever sus sensuales curvas colombianas bajo sus botas vaqueras y sus diminutos shorts de mezclilla. "Ayúdame con esta maldita ropa interior", exige, con los ojos ardiendo de deseo. Accedo, mis dedos se deslizan por su piel suave. Joder, es irresistible. Sus bragas caen y se monta sobre mí, primero en posición de misionero, luego cambiando a perrito. Gemidos resuenan en la habitación mientras follamos como locos, su cuerpo rozando el mío en puro y crudo placer.
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