Durante un descanso en mi stand, apareció una fan guapísima, con una sonrisa sexy y un culazo de infarto. Pensé en firmarle un póster, pero esta vaquera tenía otros planes. Se me montó encima, cabalgándome como una profesional. Sus habilidades anales eran una pasada, chorreando por todas partes al correrse. ¡No me lo podía creer: una futura estrella del porno! Sus gemidos, que me ponían la polla dura, atrajeron a una multitud, convirtiendo nuestro polvo espontáneo en una sensación pública.