Se despertó en mi cama, una morena amateur con un culo de infarto. No pude evitar mirarla, con la polla palpitando. Me pilló mirándola, me dedicó una sonrisa pícara, sin necesidad de palabras. Luego se dio la vuelta, arqueando la espalda en una perfecta posición de perrito. Joder, la vista era una locura. Perfección en primera persona. Un gruñido se me escapó de la garganta, necesitaba follármela, y ella lo sabía. Con su carita sonriente, susurró: "Anda, fóllame". ¿Quién era yo para negarme? La agarré por las caderas y gimió, empujando contra mí. Caliente como el infierno, sexo salvaje, sin rodeos, puro sexo primitivo.
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