Entré a la casa de mi vecina al amanecer. Se resistió, pero la penetré por el ano. Era una chica del barrio, una belleza amateur a la que le encantaba usar tanga. La encontré con su lencería casera, con una expresión inocente y sexy. Se resistió, pero mis manos rudas exploraron sus curvas. La doblé, apartándole la tanga para dejar al descubierto su apretado ano. Maldijo y se retorció, pero le hundí la polla hasta el fondo, penetrándola con fuerza hasta que gimió como una puta.
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