¡Perforando el enorme trasero de mi esposa al amanecer en la puta cocina!
La erección matutina es una mierda, pero el culazo de mi mujer la hace más llevadera. Está boca abajo en la encimera de la cocina, con el pelo rubio revuelto por el polvo de anoche. Le bajo las bragas de un tirón y jadea: "¿Qué coño?". "Buenos días, nena", le digo sonriendo, dándole una palmada en su culazo. Gime, ya mojada. A esta zorra amateur le encanta la polla mañanera. La penetro con fuerza, a cuatro patas. Se agarra a la encimera, con los nudillos blancos, la vagina apretada. "Joder, qué apretada estás", gruño. Gimotea, empujando hacia atrás. La agarro del pelo y la levanto. "¿La zorra sucia quiere más?", la provoco. Asiente, jadeando. La rodeo con los brazos y me chupa los dedos como una perra glotona. Le meto los dedos en la boca mientras le doy duro en la vagina. Va a correrse con fuerza. Lo presiento. Los polvos matutinos son lo mejor.
