Me montaba como una profesional, pero yo quería más. Le dije que se pusiera a cuatro patas. Me agarró la polla con fuerza y me escupió. No necesitaba mucha experiencia en mamadas para compensar su poca habilidad montando. Me restregó su culo color caramelo: joder, un sueño interracial. Le escupí en el ano y vi cómo le goteaba por la pierna. ¡Qué puta! Y ahí estaba: su apretado ano virgen. Me suplicó que la penetrara a cuatro patas, gimiendo: «Siente esa polla enorme en mi ano virgen». Repitió cada maldita palabra. Entregó su culo como una campeona.
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