Mientras yo estaba ocupado, Pam, mi esposa latina buenísima, estaba recibiendo una buena mamada de nuestro fontanero tatuado. La devoró antes de follársela ahí mismo en la cocina. Ella gemía, disfrutando cada centímetro, su cuerpo restregándose contra el de él. A Pam le encantaba, no se cansaba. Tuvo un orgasmo intenso y luego se tragó su semen como una zorra insaciable. Entré más tarde, sin tener ni idea de sus travesuras de esposa liberal. Joder, es insaciable.
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