Era una vaquera coreana con bragas tatuadas, una actitud desafiante y un cuerpazo. En el tatuaje ponía "devorar". Se suponía que solo íbamos a charlar, pero maldita sea, estaba deseando mostrar su lado más zorra. La esposé y conquisté ese coño asiático como si fuera mío. Me dejó follármela hasta dejarla sin aliento, ¡qué más da que fuera la primera vez! Gimiendo, suplicando por más... joder, esta tía era insaciable. Dejé esas bragas empapadas. No podía creer que quisiera ser devorada por un pervertido extranjero como yo. Un polvo sucio y divertido.