Una rubia despampanante está tumbada en la terraza, tomando el sol como una diosa. Su hombre, un aficionado con mucha pasión, no puede resistirse a ese coño apretado que brilla bajo el sol. Se lanza sobre ella, lamiéndola y acariciándola hasta que está empapada. Ella le devuelve el favor, metiéndole su grueso pene hasta el fondo de la boca, dándole una mamada de lo más húmeda. Entonces llega el momento de follar: él la dobla y la penetra por detrás, haciendo que sus curvas reboten con cada embestida. Le dio duro a ese coño jugoso como un loco, y no lo culpamos.
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