Pillé a mi ardiente y pequeña hermanastra en bragas, masturbándose en la mesa del comedor. Creyó estar sola, retorciéndose y gimiendo mientras deslizaba sus deditos bajo la tela. La observé cautivada mientras se mordía el labio y se follaba su estrecho coño, ahí mismo, a plena vista. Su cuerpo temblaba, sus tetas rebotaban mientras se corría con fuerza, con las bragas empapadas. ¡Joder, qué espectáculo! No sabía que la estaba mirando... ¿O sí?