Mi flacucho compañero de clase parecía inocente, pero llevaba una bestia con esos vaqueros ajustados. Un día, me ordenó que le chupara su polla monstruosa. Obedecí. Era un semental, follándome la cara con esa polla enorme. Me dio arcadas, pero no paró. Las lágrimas corrían por mi cara mientras me dominaba. "Lame mi maldito culo", ordenó a continuación. Le lamí el ojete peludo, sintiendo su grueso miembro palpitar. Me agarró del pelo, gruñendo: "Ahora eres mi zorrita". Este jovencito emo era un auténtico dominador masculino, ¿quién lo diría?