Eliza Ibarra ya no pudo resistirse a la enorme polla negra de su vecino. Esta morena tenía un sueño: ser follada a cuatro patas por esa polla monstruosa interracial. Lo invitó a su casa, presumiendo de su consolador favorito, pero él solo vio su coño chorreando, listo para una buena follada. La embistió por detrás, cumpliendo su sueño del consolador con cada embestida, haciéndola maldecir y suplicar por más.