A mi compañera de piso le encanta presumir de flexibilidad con el yoga, pero yo prefiero otro tipo de entrenamiento. La agarro en la postura del perro boca abajo, la inclino y le doy duro por detrás. Gime, disfrutando cada minuto de mi polla taladrándola profundamente en la postura del perrito. La vuelvo y me la mete como una profesional, cabalgando a lo vaquera hasta que chorrea. Sus mamadas amateurs me vuelven loco, y la termino en la postura del misionero, follándole su dulce coño hasta que grita mi nombre. ¡Al diablo con el yoga! Esta es nuestra verdadera rutina matutina.