Ella pensó que era solo una revisión de rutina, pero este doctor tenía trucos sucios bajo la manga. Empezó con un dedo, luego dos, abriéndose paso con cuidado en su estrecho ano. Ella gimió, sintiendo una mezcla de dolor y placer mientras él la dilataba. El festín de sexo casero se convirtió en una sesión de fisting amateur, sus gemidos resonando por la habitación. Se sentía tan bien, pero maldita sea, ¡duele tanto! Un entrenamiento brutal a puerta cerrada que no olvidará.