Me colé en la habitación de mi hermanastra mientras su hombre tenía una erección enorme. El tipo se estaba volviendo loco, con los ojos clavados en el culo redondo colombiano de mi hermanastra meneándose en su cara. Puedo oler su coño caliente, ver su lengua lamiendo; saboreando esa culona tetona y mojada. Me sonrió, "¿Te unes, idiota?" Claro que me apunto. Voy a enseñarle a ese idiota a complacer de verdad a una mujer.