Pillada con las manos en la masa acariciándome la polla, mi ardiente madrastra rubia no se inmuta. Sabe lo que necesito, se arrodilla y me empuja con sus labios carnosos. Sin arcadas, solo garganta profunda, sorbiendo y chupando como una profesional. Intento contenerme, pero su mamada experta me lleva al límite. Exploto en una corrida masiva, pintando su bonita cara y llenando su boca. ¿Prematuro? Quizás, pero ¿a quién le importa? Me chupa hasta la última gota. ¡Una pasada!