Madrastra tetona presume de sus tatuajes sensuales, meneando ese culo redondo mientras intenta arreglar un lavabo obstinado. Entra, con los ojos abiertos y la boca abierta. Él le ofrece una mano, pero ella le mira la entrepierna y sonríe: «Olvídate del lavabo, tengo un trabajo mejor para ti». Se quita la blusa y revela esas grandes tetas. Él se zambulle, chupando y follando ese pecho tetona. La querida mami se inclina, con su juguete sexual delgado listo para su polla palpitante. Él la embiste profundamente, su apretado coño lo agarra como un torno. Ella suplica por más, maldiciendo como un marinero. «¡Fóllame más fuerte, fóllame como la madrastra guarrilla que soy!». La voltea, follándola al misionero hasta que le cubre las tetas con una espesa descarga de semen. La plomería puede esperar, este cabrón no.
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