Mis pantalones de yoga fueron su último desafío. Mi entrenador personal, corpulento y con una polla enorme, me hizo inclinarme a cuatro patas, embistiéndome hasta el fondo. Me atraganté con su gruesa polla, babeando mientras se la chupaba en primera persona. Me rompió los pantalones de yoga, gruñendo "¡Joder, estás buenísima!", follándome hasta dejarme sin sentido, usando mi coño y mi boca como un juguete sexual.