La perra deja de llorar analmente, es demasiado doloroso.

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Pensó que podría con ello, pero esta amateur se la metió en la boca. Le suplicó: "¡Deja de follarme el culo, me duele demasiado, ya no quiero!". Esa polla enorme era demasiado para su pequeño agujero casero. El sexo anal interracial no era tan fácil como pensaba. Gimió, sintiendo cada centímetro de su grueso cuerpo estirarse, pero el tipo era implacable, agarrándola por las caderas y penetrando más profundamente. Se retorció, maldijo y suplicó, pero él solo gruñó, decidido a que se lo tragara todo.

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