Una rubia amateur que trabaja como repartidora de pizzas termina en el lado equivocado de la ciudad. Un negro cachondo y bien dotado le abre la puerta, y en lugar de dinero, ella se traga un buen bocado de su gruesa polla. Una mamada intensa da el pistoletazo de salida, pero es la cabalgada y la follada a cuatro patas lo que le lleva a una corrida facial ardiente.