Hablar tonterías con amigos en casa se convirtió en una charla sucia y desagradable.
Mis amigos me ligaron en casa, y la cosa se puso fea enseguida. Estos bichos querían historias de mis polvos amateur. Les conté sobre la gordita latina a la que me taladré, sus curvas se mecían mientras me montaba. Se le salieron los ojos de las órbitas cuando mencioné el trío interracial con dos bellezas; sus dulces gemidos eran música para mis oídos. Alardeé de la chica que se corrió, empapando mis sábanas. Joder, solo hablar de ello nos puso a todos duros.
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