Conocí a una guapísima morena amateur en la biblioteca. Pensé que solo estaría leyendo y nada divertida. ¡Qué equivocado estaba! Era una puta bomba, le encantaba el perrito, incluso el misionero se sentía de maravilla con ella. Me montó como si estuviera estudiando para un examen de porno. ¡Maldita sea, nunca pensé que las bibliotecas pudieran ser tan calientes!