¡Joder! No podía creer mi suerte cuando la amiga casada de mi madrastra me metió en su coche. Era una novata en esto de los engaños, pero una experta chupando pollas. Se metió la polla hasta la garganta como una estrella porno, atragantándose y babeando por todas partes. Le follé la boca y luego la doblé a cuatro patas, dándole duro a su coño por detrás. Le encantó, suplicando más como una perra en celo. Pude verlo todo en primera persona, su coño casero recibiendo una buena cogida. Ella gritó, yo gruñí, y el coche se meció.