Luna no puede resistirse a la enorme polla negra de su vecino. Le está poniendo los cuernos otra vez, disfrutando de un polvo crudo y sucio. Su polla gruesa le estira el coño, haciéndola gemir y suplicar por más. Luna adora esa polla negra, merodeando por la casa de al lado para otra sesión de sexo caliente, sin que su despistado novio lo sepa.