Pillé a la hija de mi vecino bebiendo sola. La zorrita adolescente estaba agachada, lista para una buena cogida. Le metí una botella por el culo, haciéndola chillar en una follada a cuatro patas en primera persona que no olvidará. Su estrecho ojete se estiró alrededor de la botella antes de que la cambiara por mi polla, follándola profundo y duro, justo como las zorras como ella necesitan ser castigadas.