Los amigos son los mejores compañeros para follar, sobre todo cuando eres un jovencito cachondo como yo. Perdí una apuesta con mi amigo gay y, joder, disfruté mucho pagando. Cobró su premio, empujándome sobre su cama, sonriendo de oreja a oreja. Sabía que me encantaba perder, sobre todo cuando eso significaba que me follara su polla gorda. La ropa cayó al suelo y, antes de que me diera cuenta, su boca estaba sobre la mía, sus manos explorando cada centímetro de mi suave cuerpo. Gemí como una puta cuando me dio la vuelta, abriéndole las nalgas y metiéndose su lengua ansiosa. Joder, su lengua era una locura, haciendo que mi polla goteara presemen sobre las sábanas. Le rogué por su polla, y me la dio, dura y a pelo. Con cada embestida, sabía que perdería más apuestas en el futuro. Tener amigos con derechos nunca se sintió tan bien.