A mi esposa siempre le han gustado las cosas raras, como el porno interracial de cornudos. Así que un día traje a casa a una estrella porno negra, con ganas de hacer realidad sus fantasías. Temblaba al ver cómo su mejor amiga, una chica guapísima, me chupaba la polla. Le follé la boca a su amiga, mientras mi esposa miraba, luego la incliné y le metí la polla hasta el fondo. Mi esposa gimió, encantada con la humillación. Una auténtica reina de las mamadas, su amiga la tomó hasta el último centímetro, con ganas de más. Fue una noche loca de sexo interracial, justo lo que mi esposa soñaba.