Esta noche, se siente muy traviesa. Una morena tatuada y con piercings lista para hacer ruido. Cae de rodillas, con los ojos llenos de picardía. Su lengua se desliza, jugueteando con su polla, antes de hundirla en una mamada húmeda y descuidada. Los gemidos resuenan por la habitación. Esta zorra está que arde, su boca es un vicio. No solo está haciendo una mamada; lo está devorando, llevándolo al límite. Con cada mamada, cada lamida, es la dueña de la noche.